Paleros y Santeros Latino Americanos

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Post Info TOPIC: Oggún


Santera, ( Moderadora )

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Oggún


Oggún es uno de los más viejos Orixás del panteón yoruba y el mayor exponente de la fuerza primitiva, la del guerrero supremo y de la energía terrestre. Dentro de la religión católica se sincretiza con san Pedro, aunque también lo asignan a san Juan Bautista, san Jorge, san Pablo y a Santiago Apóstol.
Oggún es, al igual que Elegguá y Changó, violento, bravo y astuto. Es el dios al que pertenecen todos los minerales y cuanto se halle oculto en el interior de la tierra. Suyas son las montañas y también las herramientas de trabajo. Siendo el dueño del hierro, tiene una importante misión dentro de la religión yoruba, que es la de dar de comer al resto de los Orixás los animales cazados por Ochosi. Con el cuchillo de Oggún, hecho de hierro, se sacrifican todos los animales de cuatro patas. Una de las misiones primordiales de Oggún es abastecernos y guerrear por nosotros, tanto en este plano de existencia como en la vida eterna.
El espíritu de Oggún representa tanto lo bueno como lo malo, el cazador solitario que vaga eternamente por el monte, siendo partícipe de sus secretos. Simboliza al carnívoro guerrero, temerario, rápido, astuto, travieso, tenaz, rudo, descortés y áspero. Dueño de todas las llaves que abren las cadenas, también es el Orixá de las cárceles, actuando también como protector de todo tipo de juicios y mediador entre los presos y la justicia. También es el dueño de las armas. Junto con Elegguá y Ochosi forma parte del tríptico de Ori-xás guerreros.
En el panteón yoruba se representa como un joven fuerte y apuesto, vestido con fibras vegetales y plantas del monte en el que reina, blandiendo el machete y con una bolsa de piel de chivo al hombro.
Como ya comentábamos, vive en el monte, pero en los templos que se dedican a su culto tiene su morada en el interior de un caldero de metal con clavos y hierros de todo tipo. En ciertas ocasiones también puede representársele bajo la forma simple de un pedazo de vía del tren, un clavo de considerable tamaño o una herradura. Dueño también de la forma, protege a los herreros y a las personas que por su profesión tienen que manipular metales o conducir vehículos. Los sacerdotes de Oggún llevan una cadena de la que prenden un martillo, un machete, un yunque, un pico, una flecha y unas llaves.
Los colores de Oggún son el negro moteado de verde, el verde y el morado. Si deseamos ofrecerle un banquete éste deberá ser frente al caldero que lo personifica, utilizando cazuelas de barro y jicaras o vasijas. A Oggún le gusta el aguardiente de caña, la nuez de cola, el ñame asado (tubérculo parecido al boniato), las judías o frijoles blancos, la serpiente cocinada y entre los animales que se le ofrendan están: la serpiente, el perro, el gallo rojo, el chivo, el cerdo y el toro.
Cuando baja y se posesiona de uno de sus adeptos, éstos bailan blandiendo un imaginario machete en una danza impositiva, varonil y enérgica que igual puede ser una representación de ataque o defensa guerrera y que parece desbrozar el monte para allanar el camino de los asistentes.
Los hijos de Oggún suelen tener una personalidad violenta, impulsiva y belicosa. Su fuerte carácter les hace im-predecibles y de difícil trato, ya que jamás perdonan ni olvidan las ofensas, siendo personas rencorosas y pendencieras. Nunca menguan frente a las dificultades ni abandonan sus empeños a medio camino. Muy seguros de sí mismos, no pierden las esperanzas de un triunfo futuro. Entre sus cualidades está la constancia, la sinceridad y la nobleza. Son personas de una sola palabra, leales, francos y protectores.

san Pedro

san Pedro

 


Aunque es difícil definir el término justicia y discernir objetivamente qué cosa es justa y cuál no, podremos atrevernos a afirmar que la justicia se suele revelar como la defensa de los propios derechos y el escrupuloso respeto hacia los derechos de los demás.
Aunque la razón esté de nuestra parte y estemos muy seguros tanto de nuestra falta de culpabilidad como de las motivaciones que nos hayan impelido a emprender tal o cual iniciativa, no es suficiente con ser inocentes... además, debemos parecerlo. Por tanto, será sumamente importante dejar en manos de un buen letrado la defensa de nuestros intereses. Pero también podemos ayudar a que la luz de la justicia ilumine nuestro camino si ofrecemos a Oggún el ritual que seguidamente vamos a detallar.
INGREDIENTES
4 velas verdes.
4 velas negras.
Cerillas de madera.
Perfume habitual de la persona sometida a juicio.
1 cadena de metal que contenga poca aleación.
Hilo de cable eléctrico (sin el plástico protector).
1 llave antigua.
1 plato metálico.
Aceite de alcanfor.
1 papel de pergamino.
Tinta roja.
1 fotografía de la persona a juzgar.
1 aguja de cabeza negra.
Pimienta negra molida mezclada con sal.
Polvo o virutas de hierro.
PREPARACIÓN
En primer lugar, crearemos un círculo amplio con las cuatro velas verdes y las cuatro negras y las encenderemos, como siempre, con cerillas de madera. Previamente, las habremos marcado con las iniciales del nombre de la persona que se va a exponer a juicio y las habremos untado con un poco del perfume, agua de colonia o masaje de afeitado que suele utilizar, empezando por la base de la vela en dirección a la mecha.
Ataremos la llave a la cadena con el hilo de cable eléctrico y rodearemos con la misma el círculo de velas, creando un círculo protector más amplio. Tomaremos el plato metálico, lo untaremos con aceite de alcanfor y lo dejaremos en el centro del círculo de velas.
Acto seguido, escribiremos con tinta roja nuestra petición de la manera más detallada pero al mismo tiempo escueta posible, poniendo el nombre y fecha de nacimiento de la persona sometida a juicio. Reflejaremos los mismos datos de la parte contraria junto con el de ambos abogados, el del juez (si lo conocemos), la dirección y número que le corresponde al juzgado, la causa por la que se realizará el juicio y la fecha en que se llevará a cabo. En caso de desconocer este último dato, pondríamos la fecha en que realizamos el ritual.
Cogeremos la fotografía de la persona en cuestión y en el reverso grabaremos cuatro cuadrados, uno dentro del otro, con la punta de la aguja de cabeza negra. Justo en su centro, marcaremos también las iniciales del interesado en salir vencedor del pleito.
Pondremos el papel de pergamino en el fondo del plato, lo espolvorearemos con la sal y la pimienta y, acto seguido, depositaremos sobre su superficie la fotografía. Terminaremos por cubrir toda la superficie del plato con las limaduras o virutas de hierro.
Durante todo el ritual pediremos a Oggún, o lo que es lo mismo, a san Pedro, que con sus llaves abra las puertas que conducen al recto cumplimiento de la justicia y la ley. Que abogue a favor de (repetir cuatro veces el nombre del interesado), haciendo realidad que el juicio sea rápido y la balanza de la ley se incline favoreciendo a la persona que solicita el ritual. En caso de que seamos nosotros mismos los afectados, evidentemente, todo lo anteriormente citado se hará con nuestro propio nombre.
Tan pronto las velas se hayan consumido por completo, tiraremos los restos de cera al plato y desataremos la llave de la cadena, la cual también introduciremos en el plato y la llave deberemos llevarla colgada al cuello, sin desprendernos de ella ni por un momento hasta cuatro días después de celebrado el juicio.
Pondremos el plato con todos los elementos en su interior en un lugar cercano a la puerta de nuestra casa, preferentemente en un mueble alto. Si lo deseamos, podemos taparlo con un paño negro.



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