El azúcar endulza por igual al ángel como al enemigo. En un vaso de agua se mete una vela encendida y esta agua se endulza con dos cucharadas de azúcar, se mete un papel con el nombre del que se desea “endulzar” y conseguirá de él, lo que se desea. A Shangó se le ofrece cortada en trozos en un plato con las hojas de la misma caña de azúcar. Es muy importante en la liturgia o ritos de “Abakuá”. Si se cruzan dos pedazos de caña y se colocan en el suelo ante el “ireme” éste permanecerá inmóvil y no se atreverá a avanzar.