Paleros y Santeros Latino Americanos

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Post Info TOPIC: Ochún u Oshún


Santera, ( Moderadora )

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Ochún u Oshún


Ochún es considerada como la Afrodita yoruba. Diosa muy popular y admirada, no en vano se sincretiza en la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Es la Orixá del amor sensual y sexual, protectora de los amantes y los amores ilícitos, y está siempre dispuesta a escuchar y resolver cualquier problema o pena de amor que le vengan a contar sus hijos.
En otro orden de cosas, Ochún también es la diosa protectora de las mujeres embarazadas y de ella se dice que «cuida de las barrigas» tanto de embarazos difíciles como de los problemas derivados de la zona abdominal en general. También cuida las enfermedades genitales, del hígado y las propias del flujo sanguíneo, teniendo, además, la facultad de sanar las hemorragias. Ochún es también la dueña de los ríos, de los metales amarillos y patrona de la belleza, de la feminidad, de la paz y el amor, de la dulzura, la coquetería, la misericordia y la armonía.
La Orixá que nos ocupa es una diosa de poderoso magnetismo que representa todas las virtudes que comúnmente se valora en las mujeres: es bella, sensual, zalamera, presumida, coqueta, dócil, cariñosa, hacendosa, inteligente, muy buena bailarina, amante del arte y de la música, sumamente alegre y risueña.
Se la representa como una hermosa Orixá mulata, de pelo negro que le llega hasta la cintura, liso, suave y fragante. Esbelta de cuerpo, voz cristalina, risa contagiosa, carácter positivo y feliz, siempre rodeada de flores, adorna sus muñecas y tobillos con cinco pulseras de oro que tintinean cuando baila y, en numerosas ocasiones, también se le atribuye una corona.
A Ochún se la relaciona afectivamente con numerosos Orixás. Se dice que, juntamente con Oyá y Obá, fue esposa de Changó. También se la relaciona sentimentalmente con Agayú, Orula, Ochosi, Olofi, Oggún y Babalú Ayé, pero, a pesar de todo, de ella se dice que siempre fue mujer de un solo hombre, no relacionándose con varios Orixás a la vez, sino esperando que una relación estuviera terminada para reini-ciar otra.
Cuando se posesiona o «cabalga» a uno de sus hijos, baila de manera sensual, rítmica y acompasada. Se dice que a ella le corresponde el más hermoso de todos los bailes propios de los Orixás. Sus manos se mueven recorriendo su cuerpo como si de afluentes de un río principal se tratase. Agitando los brazos, hace sonar sus pulseras y danza cimbreando la cintura cubierta con una saya y cinco pañuelos, con las manos extendidas pidiendo la atención de todos, solicitando oñí (miel) con que endulzar y curar los corazones.
Las ofrendas que más agradan a Ochún son las preparadas con delicadeza y buen gusto, adornadas con flores blancas y amarillas, preferentemente crisantemos y girasoles. Le gustan la miel y la canela, el arroz amarillo, el coco bañado en miel, los camarones y todos los peces de río, tanto ahumados como secos, el boniato y el aceite de almendras.
Los perfumes preferidos de Ochún son el almizcle, el sándalo, la verbena, el pachuli y todos los que tengan un aroma dulce. Su color es el amarillo y se la llama con una campanilla de metal dorado. Entre todos los animales prefiere el pavo real. El número que le corresponde es el cinco, que representa los cuatro elementos más el quinto que es el espíritu. Sus atributos son los abanicos de sándalo, las plumas del pavo real, los espejos, los corales, los pececillos de metal, las conchas de río, cinco carretes de hilo, las campanas, los incensarios y candelabros de bronce y la estrella de cinco puntas.
Los hijos de Ochún son personas sumamente atractivas, divertidas, simpáticas, coquetas, generosas y con mucho espíritu de superación. Suelen gozar de buena posición social y poseer bienes materiales, pero aunque carezcan de ellos siempre ofrecerán a los demás una imagen de calidad y abundancia, siendo consumidores de productos costosos y elitistas, amantes del lujo, las joyas, la ropa costosa y los perfumes. Aunque impulsivas, sensuales y voluptuosas, siempre cuidarán las apariencias, procurando no contrariar con su actitud la ética y moral de los demás, concediendo mucha importancia a la opinión y consideraciones ajenas.

Virgen de la Caridad del Cobre

Virgen de la Caridad del Cobre

 


El misterio del amor sólo es comparable al misterio de la muerte y, cuando el amor falta o la persona que amamos se distancia de nosotros, ciertamente nos sentimos morir a cada minuto que transcurre sin su presencia. Y como el refranero popular es sabio cuando afirma que «del amor al odio sólo hay un paso» debemos hacer caso a la experiencia que se encierra en su compendio y procurar acortar distancias con la persona amada, sin brusquedades ni acciones rápidas o violentas, intentando volver a los orígenes y potenciar la amistad, el diálogo y la confianza.
Al amor de nada le valen los reproches, más bien éstos actúan como potentes lanzaderas que arrojan a la persona que amamos a otros brazos aparentemente más ardorosos, transigentes y comprensivos. Tampoco nos servirá de nada el lamentar nuestra suerte desgranando un rosario de quejas y lo peor que podemos hacer es caer en situaciones de ridículo, ya que no conocemos prácticamente a nadie que no se avergüence de haber amado cuando ya no ama y ese amor, en pasado, se transforma en un obstáculo o molestia.
Si realmente estamos seguros de que nuestra intención de atraer a la persona amada no es un mero acto de amor propio que degenere en venganza, además de actuar con muchísima diplomacia y tacto con respecto a la relación, deberemos elaborar el delicioso y mágico perfume de atracción que seguidamente vamos a detallar. Tengamos siempre presente que sus efectos son perdurables.
INGREDIENTES
1 papel de seda de color amarillo.
1 lapicero.
Miel de la denominada «mil flores».
1 palo grande de canela.
1 cinta dorada.
1 frasco de cristal con tapa.
Perfume personal.
Hojas de albahaca.
Aceite de almizcle.
Aceite o raíz de pachuli.
1 piedra de río.
5 velas amarillas. Cerillas de madera. Canela en polvo.
PREPARACIÓN
Para iniciar el ritual, escribiremos en el papel de seda amarillo el nombre de la persona que nos atrae entrelazado con el nuestro propio, de manera que ambos nombres formen la figura que representa el infinito, es decir, la del número ocho tumbado.
A continuación, untaremos el papel con saliva, derramaremos un poco de miel sobre el mismo y lo enrollaremos al palo de canela, procediendo a atarlo seguidamente con la cinta dorada en la que habremos escrito nuestra fecha de nacimiento unida a la de la persona en cuestión. Cerraremos la cinta por medio de cinco nudos.
El paso siguiente consistirá en introducir el palo de canela en el frasco, en el que previamente habremos puesto la piedra de río. Seguidamente, derramaremos en su interior nuestro perfume personal, las hojas de albahaca y los aceites de almizcle y pachuli. Taparemos el frasco, lo agitaremos cinco veces, repitiendo el nombre de Ochún otras tantas veces y lo depositaremos encima de la mesa.
Tomaremos las cinco velas y las untaremos con miel y las espolvorearemos con canela en polvo. Acto seguido, las pondremos rodeando el frasco que contiene todos los ingredientes anteriormente señalados y las encenderemos una hora cada día, invocando a Ochún durante cinco días consecutivos.
Transcurrido este tiempo, ya estaremos en disposición de colar todos los ingredientes del frasco y utilizar su perfume.
Es importante que usemos el perfume cada vez que tengamos que ver a la persona que deseamos atraer. Previamente nos habremos bañado y, antes de vestirnos, nos pondremos una gota de perfume en ambos tobillos, el interior de las rodillas, las ingles, el ombligo, el interior de codos y muñecas y en la base del cuello. A continuación, ya estaremos en condiciones de proseguir con nuestro arreglo personal.


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